martes, 26 de agosto de 2008

LA REPRODUCCION DE LOS INSECTOS

Los insectos se reproducen con mucha facilidad. ¡Y de dos maneras, como si con una no les bastara! Algunos son ovíparos, es decir, se reproducen por huevos. Otros son ovovivíparos, que suena casi igual, pero que es distinto: el huevo se queda dentro del cuerpo de la hembra hasta que el insecto se desarrolla por completo. El número de huevos que puede poner un insecto es variable. Una mosca común, por ejemplo, llega a poner hasta novecientos.

Lo más asombroso de los insectos es el proceso de cambios que experimentan en su crecimiento: la metamorfosis (M: 1-4).











Ésta puede tardar días, e inclusive años en algunas especies. En general se desarrolla así: del vacilo (1)














nace una larva (2) de gran apetito. Con el tiempo, la larva va cambiando sucesivamente de piel,











hasta que comienza a segregar un hilito con el que se envuelve y se adhiere a las hojas formando su capullo (3).










Por fin, el insecto sale de su "escondite" transformado en ninfa, generalmente con alas. Ya en la última fase de la metamorfosis, la ninfa se convierte en adulto (4) al tomar las características de su especie.









Hay tres tipos de metamorfosis, según los cambios que sufre un insecto: directa, gradual y completa.







En la directa (d), la larva nacida del huevecillo es muy semejante a lo que será el insecto adulto. Lo único que cambia en su desarrollo es la piel. En el caso de la metamorfosis gradual (g), el cambio más importante sobreviene después de pasar por el estado de ninfa; las libélulas, por ejemplo, cuando son ninfas todavía no tienen alas pues las adquieren en su estado adulto.




Y la metamorfosis completa es aquélla por la cual el insecto cambia todos sus órganos y su aspecto, como ocurre con las mariposas y los escarabajos; así, de una insignificante larva que se pasea por una hojita, puede surgir una mariposa llena de colores.
¿Tendrán los pequeños insectos alguna defensa para sobrevivivr en un mundo de seres más grandes que ellos? Claro que sí, y muchas por cierto.
Algunos adaptan su forma o cambian de color para confundirse entre las hojas o los troncos de los árboles.












También hay insectos que muerden al ser atacados, y otros que emplean sus aguijones, como las abejas.
Las hormigas rojas, si se las molesta, arrojan un ácido que irrita la piel de su enemigo.










Se podria decir que insectos, carne, materia en descomposición, basura o madera.
También existen insectos parásitos, ¡muy peligrosos!, que se alimentan de la sangre que chupan de los animales y del hombre, como las chinches y los piojos, que a menudo son portadores de graves enfermedades. Ciertas moscas inoculan sus huevos bajo la piel de las personas, y sus larvas se alimentan de la sangre y la piel.







El apetito de algunos insectos no tiene límites, como el piojo de los libros. Una colonia de estos pequeños "hambrientos de cultura" puede almorzarse una biblioteca en un dos por tres. Y ya te deben haber platicado de las marabuntas, las temibles hormigas de África y del Amazonas; un "regimiento" de ellas es capaz de devorar un caballo vivo. Larvas, como las del "escarabajo de San Juan", se pasan tres años debajo de la tierra antes de convertirse en ninfas, y se dan verdaderos atracones de hongos y raíces.












Como puedes apreciar, el mundo de los insectos da para todo. Hay insectos que son útiles para el hombre y otros decididamente dañinos. Nos prestan sus buenos servicios: la abeja con su miel, las larvas de ciertas mariposas con su seda (S), las mariquitas que destruyen a los pulgones asoladores de cosechas y tantos otros.













Además, la mayoría de los insectos contribuyen al equilibrio y desarrollo de la naturaleza.






Algunos participan en la polinización de las plantas (P),
y otros nos sirven de alimento, como los gusanos del maguey, los chapulines y los famosos "jumiles".








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